Menuda
y suave Rigoberta:
mujer
india, te levantas
empuñando
no el dardo que envenena
o
el puñal que degüella la esperanza.
Pequeña
y obstinada india de América
tu
boca dulce y breve
ensayó
la palabra, masticó la vergüenza,
y
te crecieron alas...
indígena
paloma, navegaste los mares
cruzaste
cordilleras, eludiste murallas
aprendiendo
en la lucha
a
cerrar la garganta y apretando los ojos
no
vertiste una lágrima.
La
sangre de tu pueblo ha sido derramada
hace
ya muchos siglos
y
de la herida mana aún, dolor y vida;
del
mercader impune
tu
gente sigue esclava;
el
que trocó espejitos y cuentas de cristales
por
la riqueza virgen del mineral dormido.
Mas
tú, mujer menuda
de
ojos asombrados y tez anochecida
creciste
como el árbol.
Rigoberta,
te nombro
temblando
en los umbrales
de
otro siglo, que acaso
navegando
las aguas con otros marineros
devuelva
a cada indio la identidad perdida.
Rigoberta,
te nombro
y
acaso las palabras trasunten otras voces
que
han quedado calladas.
India
de mi América, vientre de Guatemala
impávida
y bravía sobre el tifón cabalgas
y
el premio a tu bravura,
sonora
bofetada en el rostro del déspota
marcó
con la palabra
Paz...Paz...Paz...
sin
hambre ni matanzas.
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