A esta isla llegan todos los pájaros
los barcos al cruzar, hacen sonar sirenas
aguas profundas acogen peces y corales
bajo el azul intenso bulle la vida.
Por eso no está triste, ni sola ni olvidada.
Es una isla. Tan solo eso.
Cuando arrecia el viento
doblegando mástiles, alas y ramas,
expectante, calla.
El faro erguido sobre su vientre
hace girar haces de luces
guiñando a las estrellas
como si jugara una ronda
antigua y nueva.
Tan ínfima y menguada
en la inmensidad del universo
a pleno sol o bajo la media luna
monologa sin pausa.
Su verde corazón aún resiste
feroces marejadas
y al rayo cuando tumba el árbol
con su brasa escarlata.
Impávida, silente, anochecida
de asombro despojada
mira a lo lejos serenamente
Tal vez una mañana
buscando antiguos ritmos y alegría
se deslice, muy lento, bajo el agua.
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